El ictus (accidente cerebrovascular) tiene lugar cuando la irrigación sanguínea del encéfalo se interrumpe súbitamente (es decir, ictus isquémico, que representa un 87% de todos los ictus [American Heart Association [AHA], 2017]), o bien cuando se rompe un vaso sanguíneo encefálico (ictus hemorrágico). Ambas situaciones provocan la muerte de las células cerebrales en minutos debido a la falta de oxígeno y nutrientes o a causa de la sangre alrededor del encéfalo, respectivamente.
Los ictus graves a menudo están precedidos por accidentes isquémicos transitorios (AIT) , episodios breves de disfunción cerebral de origen vascular sin un déficit neurológico persistente.
Tratamiento nutricional médico
Los cambios conductuales y del estilo de vida incluidos en la dieta son componentes clave en la prevención primaria del ictus. El ensayo controlado aleatorizado (ECA) de referencia PREDIMED demostró cómo la dieta mediterránea complementada con frutos secos de árbol o aceite de oliva virgen extra reducía los episodios cardiovasculares, incluido el ictus.
Se debe intentar mantener la salud global del paciente. Por ejemplo, los alimentos que sostienen la reparación celular y mejoran la respuesta de los marcadores inflamatorios son los frutos secos, los lácteos semidesnatados, los cereales integrales, y las frutas y verduras ricas en antioxidantes. En particular, en algunos estudios se ha demostrado que una dieta rica en ácidos grasos ω-3 tiene efecto protector frente al ictus, y las recomendaciones dietéticas actuales de comer pescado azul dos veces por semana ayudan a cubrir el objetivo de la ingesta de ω-3. Tenga en cuenta que los suplementos de ácidos grasos ω-3 no han demostrado el mismo beneficio y que están contraindicados en las personas que toman anticoagulantes o antiagregantes, como warfarina o ácido acetilsalicílico.
Guía nutricional para reducir el riesgo de ictus







Las dificultades para la alimentación y los problemas conductuales resultantes están determinados por la extensión del ictus y la zona del encéfalo afectada. La disfagia, que es un factor predictivo de mortalidad independiente, es frecuente en el ictus y contribuye a las complicaciones y el mal pronóstico por malnutrición, las infecciones pulmonares, la discapacidad, el aumento de la duración del ingreso hospitalario y el tratamiento institucionalizado. En algunos casos se requiere nutrición enteral a través de una sonda de alimentación para mantener la salud nutricional hasta que pueda reanudarse la alimentación oral. A medida que mejora la función motora, la alimentación y otras AVD forman parte del proceso de rehabilitación del paciente necesario para restablecer su independencia. La malnutrición es predictiva de un mal pronóstico y debe prevenirse.

Contenido adaptado de Krause. Mahan. Dietoterapia, 16ª edición.
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