Los vasos linfáticos forman una red extensa y compleja de conductos, que comienza con los capilares linfáticos ciegos «porosos» en los tejidos, convergen y forman varios vasos más anchos, que acaban desembocando en las grandes
venas en la raíz del cuello.
Los vasos linfáticos recogen fundamentalmente el líquido perdido en los lechos capilares durante el intercambio de nutrientes y lo devuelven al sistema venoso (ver imagen destacada). En el líquido intersticial que drena en los capilares linfáticos hay
también patógenos, células del sistema linfoide, productos celulares (como hormonas) y restos celulares.

Fig. 1.28: Vasos linfáticos. Los vasos linfáticos recogen fundamentalmente el líquido que se pierde en el lecho capilar durante los procesos de intercambio de nutrientes, llevándolos de vuelta a la parte venosa del sistema vascular. Drake, Mitchell & Vogl. Gray. Anatomía para estudiantes, 4ª Ed. 2020. © Elsevier.
En el intestino delgado, algunas grasas absorbidas y degradadas por el epitelio intestinal forman gotas de lípidos recubiertas por proteínas (quilomicrones), que
son liberadas por las células epiteliales y que entran en el compartimiento intersticial. Los quilomicrones entran en los capilares linfáticos (llamados lácteos en el intestino
delgado) junto con otros componentes del líquido intersticial y llegan hasta el sistema venoso en el cuello. Por tanto, el sistema linfático es también una ruta principal para el transporte de grasa absorbida en el intestino.
El líquido que circula por la mayoría de los vasos linfáticos es transparente e incoloro, y se conoce como linfa. En los vasos linfáticos del intestino delgado, el líquido es opaco y lechoso por la presencia de quilomicrones, y se llama quilo.
Los vasos linfáticos están presentes en casi todas las áreas del organismo, incluidas las relacionadas con el sistema nervioso central (Louveau A et al., Nature 2015; 523:
337-41; Aspelund A et al., J Exp Med 2015; 212: 991-9).
Las excepciones incluyen la médula ósea y los tejidos avasculares como el cartílago y los epitelios.
La circulación de la linfa por los vasos linfáticos se debe sobre todo a la acción indirecta de las estructuras contiguas, especialmente la contracción de los músculos esqueléticos y el pulso de las arterias. La presencia de válvulas en los vasos mantiene el flujo unidireccionalmente.